jueves, noviembre 17, 2005

Lo que debes saber antes del descenso Diciembre/Enero 1997-1998

La dificultad surge cuando en compañía de un grupo de amigos, se decide durante un fin de semana o una vacaciones, abordar el descenso de un río hasta entonces desconocido. Llegado este punto el disponer de una buena información se convierte en un elemento esencial de seguridad. El descenso de ríos deportivos, como el resto de actividades que se desarrollan en la naturaleza, entraña un cierto riesgo. La observación de unas normas de seguridad es indispensable y la previsión es una de ellas.
En consecuencia, debemos formularnos una serie de preguntas antes de descender un río.

Qué grado de dificultad nos vamos a encontrar?
Qué caudal tiene el río?
Existen pasos infranqueables?
Hay obstáculos importantes?
Dónde pueden presentarse problemas?

Fuentes de consulta

Debemos obtener toda la información posible de las diversas fuentes a nuestro alcance:
Una guía de río o ríos de la zona puede resultar de gran ayuda desde el momento en que elegimos el lugar al que nos vamos a desplazar. Desgraciadamente, no disponemos de ninguna que recoja información sobre la mayoría de los ríos de la Península. Debemos contentarnos con las escuetas reseñas de ríos españoles que aparecen en algunas guías extranjeras (alemanas o francesas). También contamos con las notas fragmentarias publicadas en revistas de actividades de la naturaleza. No obstante, recientemente ha salido al mercado una buena guía publicada por Andrés Sio que analiza los ríos de Galicia.
Recabar información en el club o asociación de piragüistas más cercana al lugar. Si esto no es posible, es necesario localizar las dificultades antes citadas, y muy especialmente localizar las carreteras, pueblos cercanos y puentes que cruzan el río.
La observación atenta desde la orilla del tramo propuesto será necesaria en algunos casos. Sin embargo, es necesario advertir que la perspectiva que ofrece un río desde la carretera que lo bordea – por lo general, bastante más alta – es engañosa y tiende a minusvalorar las dificultades que entraña.

Clasificar ríos y pasos

A instancias de la ICF (Federación Internacional de Canoa) se confeccionó en 1970, una escala que divide a los ríos en seis categorías o grados con el fin de evaluar técnicamente la dificultad de un río o un rápido y unificar anteriores criterios. Este baremo se aplica en función de la trayectoria, de la presencia de obstáculos naturales y de las dificultades de los movimientos del agüa.
Para hacer la tabla más específica se permite añadir a los valores un + ó un , lo que proporciona otros dos niveles entre uno y otro grado; aunque en la práctica el valor – ha sido descartado.
Habitualmente para describir los rápidos o pasos se utilizan los números árabes; mientras que los romanos se emplean para clasificar los ríos o sus tramos. Así, por ejemplo, se puede establecer un paso de cuarto superior (4+) o un río de tercer grado III. Si se ha de definir un río con rápidas alternativas de tercer o cuarto grado se indicará con III-IV, pero si los rápidos de cuarto grado son pocos se escribirá III (4). Las zonas infranqueables o no exploradas deben marcarse como tales con X.

Naturaleza cambiante

De todas formas es siempre difícil ofrecer evaluaciones exactas en un medio tan cambiante como es el río, ya que las dificultades dependen de factores tan variables como la cantidad de agua o los obstáculos tras una riada.
La clasificación de estos seis grados también adolece de una cierta generalidad y no introduce el concepto de riesgo hasta el VI grado. Para subsanar dicha carencia se han propuesto modificaciones o incluso alternativas. Entre ellas merece destacarse especialmente la tabla de doble entrada que ha formulado recientemente Peschier, y que individualiza los nociones de dificultad técnica y de riesgo, con una clasificación diferenciada.

El ojo que mira
A pesar de estos problema es necesario un esfuerzo de rigor y objetividad cuando se clasifica un río o se realiza una guía. Lamentablemente es práctica habitual que con el fin de alabar el río que preferimos o incluso nuestra propia valía como piragüistas, las clasificaciones se disparen para arriba. Al contrario, cuando el equipo que desciende un río es muy experto, la clasificación desciende notoriamente.
Otro error muy corriente es valorar los obstáculos artificiales. Una construcción humana no debe valorarse en ningún caso. Si es posible su franqueo con total seguridad se indicará.
Una guía de río no debe interpretarse nunca como un mapa de carreteras. En ningún cso puede ni debe sustituir al trabajo de observación y valoración “in situ” En todo caso su máxima aspiración puede ser la de facilitarnos dicha labor.
El descenso de ríos es, ante todo, una actividad que debe resultar placentera por la emoción y el contacto con la naturaleza que supone y también por los valores de solidaridad y amistad que suscita entre los miembros de un equipo. Desde luego, quedaría alejado de dicho espíritu el tratar de jerarquizar y clasificar a los piragüistas de la misma forma que a los ríos. La decisión de realizar un descenso o u porteo de tomarse serena e individualmente, tras valorar con atención la propia seguridad.

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